Por Rogelio Fernández Ortea:
Antonio Damasio nos presenta en su libro En busca de Spinoza una teoría acerca de qué son las emociones y su procesos neurológicos fundamentales. Este post, como los anteriores que hemos publicado, trata de resumir sus ideas con lo que debemos dejar claro que la autoría intelectual de mismo le pertenece en su mayor parte a este autor científico y que los errores, sin duda alguna, son nuestros.
Damasio presenta su hipótesis definiendo la emoción como un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que forman un patrón distintivo. Estas respuestas son producidas por el cerebro cuando detecta un estímulo emocionalmente competente, es decir, cuando el objeto o acontecimiento, real o rememorado mentalmente, desencadena una emoción y las repuestas automáticas correspondientes. Estas respuestas provienen de un cerebro preparado evolutivamente para responder a determinados estímulos competentes además de los repertorios conductuales aprendidos a lo largo de toda una vida de experiencias. El resultado primario de estas respuestas es un cambio en el estado del propio cuerpo y en el estado de las estructuras cerebrales que cartografían en cerebro y que son el fundamento del pensamiento. El objetivo final de estas respuestas es el propiciar que el organismo se oriente a su supervivencia y bienestar.
El proceso comienza con una fase de evaluación y definición de un estímulo emocionalmente competente, como el miedo, que se produce en las cortezas cerebrales de asociación sensorial y de orden superior y que generalmente suele conducir al recuerdo de otros estímulos asociados que son, así mismo, emocionalmente competentes. Posteriormente, se produce el disparo o la inducción de la emoción en la que interviene, principalmente, la amígdala, sobre todo en las emociones que generan displacer. A continuación, se produce la ejecución de la emoción a través del cerebro anterior basal, el hipotálamo y el tallo cerebral. Como consecuencia de todo ello, se genera el estado emocional que conlleva cambios transitorios en el medio interno, en las vísceras, en el sistema inmunológico y muculoesquelético y que genera unos comportamientos determinados.
Se debe considerar que la continuación y la intensidad de este estado emocional se debe al proceso cognitivo consecuente con la misma, es decir, a los sentimientos que genera, pudiendo darse su extinción, mantenimiento o su amplificación. El proceso comienza con el desencadenamiento de la emoción seguida de su ejecución y de la preparación para la generación de los posibles sentimientos. Damasio insiste en los sentimientos son tan mentales como los objetos o acontecimientos que desencadenaron las emociones.
Todo esto nos lleva a deducir que los pensamientos que se relacionan con la emoción llegan después de que ésta haya comenzado, es decir, que los sentimientos como, el de tristeza, vienen después de que ésta se haya podido observar en el cuerpo que ya presenta el repertorio de acciones corporales correspondientes a la emoción de tristeza. Sólo después de sentir la emoción, se producen los pensamientos propios de la emoción, como pueden ser, en caso de la tristeza, desesperación, fatiga, disminución de los apetitos, etc. Esto se puede observar en los actores que son capaces de generar una emoción que posteriormente generará los sentimientos y pensamientos consecuentes necesarios para poder lleva a cabo, con éxito, una buena interpretación.
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